Al terminar una de mis relaciones mas largas, las mas importante y significativa sin duda, quede desolado por mis penas y desamparado en mi soledad, día a día me atormentaba la nostalgia de no tener mas a esa chica que ya no estaba, que ya no deseaba estar o que simplemente ya no podía hacerlo.

Todos hemos pasado por esa etapa, y volveremos a pasarla, pues es mentira eso de que el amor es uno y que se ama una sola vez en la vida, pero existe gente que propugna ese rollo no sé con que cucufata y reprimida finalidad, idiotas, siempre y en el momento menos esperado llega otra persona que si bien no tiene el deber de llenar el vacío dejado por la otra persona (llamémosle el pasajero anterior),tiene la función de llenar los demás vacíos que tengamos en ese momento, nos encandila, nos emociona, nos alegra la vida y como debe ser, fue y será, por una ley universal que no acabo de entender, en algún momento nos hará sufrir y llorar, es así, simplemente porque así debe ser.

Hoy cuando pensaba en que escribir, recordé una de esas típicas conversas de cantina sobre el amor perdido que casi siempre se da en un lamentable estado de ebriedad, con un amigo que después de tamaño choclón de anécdotas deprimentes pasa a convertirse en hermano si no de sangre, al menos de lagrima, y es que en el dolor…hermanos.

Recordé una de esas charlas, no estaba ebrio ni en ningún warike, pero si estaba con un amigo, que como yo, había sufrido el horror de una perdida amorosa, y es que es horrible y a la vez graciosísimo este tipo de situaciones. Uno cuando se encuentra en ese estado evoca recuerdos hermosos, maldice el hecho de haber sido cortados o en el caso de los cortantes muchas veces jode el arrepentimiento, pero lo mas significativo y acaso mas doloroso es que nos sentimos tristemente solos y frustrantemente incomprendidos.

Aquella noche compartí con “R”, personaje ya conocido por ustedes, muchas de las cosas que viví con mi pasajera anterior, y el también hizo lo propio, y era gracioso ( ahora lo veo así, en ese momento me partía el alma) como coincidíamos en los recuerdos, parecía que hubiésemos amado a la misma mujer pues nuestras historias salvo por detalles eran muy parecidas y calzaban perfectamente en cada suspiro tristón, aquella noche recuerdo haber fumado docenas de cigarrillos y recuerdo también haberme sentido pésimo, recuerdo haberme sentido así muchas veces aun después de aquella noche en el parque junto a “R”.

Todo pasa, y así como debemos reinventarnos cada cierto tiempo también debemos aprender a dejar ir: personas, recuerdos, sueños, aprender que la vida es compleja, perfectamente imperfecta y durísima casi siempre, ahora lo sé y he logrado entenderlo, solo espero que si vuelvo a caer y necesite de un compañero de nostalgia, como aquella noche junto a “R”, algún amigo este junto a mi para que de un par de cachetadas me regrese a la realidad.