Me encanta el trabajo que tengo, quería empezar diciéndolo, acabo de volver a casa luego de unos días entre Huánuco y Tingo María, horas de carretera espantando a mis acompañantes cantando Metálica, Megadeth y Pantera, un par de huaycos, mosquitos, hectáreas de coca a la derecha, plantones de cacao y café a la izquierda (en menor proporción obviamente) desarrollo, desigualdad, iniciativas, abandono, sierra, selva, sol, barro, todo a la vez y al mismo tiempo.

Cada viaje que hago me parece más espectacular que el otro, siempre termino enamorado del lugar, de su comida, de su gente, de su música, de sus noches, de sus mujeres, siempre deseando que mi avión no logre salir y poder quedarme siquiera 24 horas más, por más que extrañe Lima sucia y ruidosa, creo que nací para viajar, conocer y soñar.

En este viaje hubieron algunas cosas que me dejaron impresionado, a 30 minutos de Huánuco hay un distrito llamado Churubamba, en la cual un grupo de madres del Programa Juntos se ha capacitado - gracias al apoyo de una ONG, pero más que todo a sus ganas de salir adelante - en la producción de jugos, néctares, vinos y mermeladas hechos a base de frutos locales, sin preservantes, embasados y lo más importante, riquísimos todos.

Es una comunidad pequeña, pero donde todas las mamitas tienen algo que mostrarte, algo del que sentirse orgullosa, algo de lo que seguramente también quedare fascinado, fuimos casa por casa, y no terminaba de visitar una con cocina mejorada, alacena y un gran horno y ya venía otra madre a decirme que ella criaba cuyes, y que son todos grandotes y que ya tiene 500 y que si me apuro podré ver a los nuevos inquilinos del galpón, pues están pariendo las mama cuyes y la señora me jala del brazo feliz de la vida porque también tengo que tomarles foto a sus animales, además, ella también tiene cocina mejorada.

El pan preparado por Doña Consuelo me ha dejado con ganas de mudarme a Churubamba, solo para luego de despertar cada mañana poder comerlo y si deseo hasta podría ayudar a hornearlo.

Por mas pobres que sean, el ánimo y el buen humor no se lo quita nadie, ya es el segundo día que las visito y he pasado de “Ingeniero” a “Julio”, a pedido mío, para luego pasar a ser de “Ingeniero Julio” a “Gordo” a pedido del pueblo , han dicho que me quieren de yerno y yo sigo embobado con tantas atenciones, agradecido a la vida por darme la oportunidad de ver en primera fila tanto testimonio de perseverancia, de cambio de conductas, de búsqueda de calidad de vida, de éxito en un futuro cercano, muy feliz y deseando más que nunca que ese avión que me regresará a la realidad en un par de días, no despegue nunca.